miércoles, 17 de marzo de 2010

Soñé...


Y soñé que poco a poco,
por San Jacinto avanzabas,
y dejando el Altozano,
el puente cruzabas.

Soñé que veía a La Virgen,
reflejándose en el agua,
y su voz, dulce y serena,
me decía que despertara.

Y desperté madre del sueño,
y delante de mí estaba,
y en lo oscuro de la noche,
como el mismo Sol brillaba.

Ésa luz que me ilumina,
¡Estrella!, madre, se llama
ésa estrella que se bajó de los cielos,
para vivir en Triana.

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