Resplandeciente, viva, luminosa
refulgencia en la gloria de su cara
se ilumina. Lucero que ampara
y que orienta cada alma tenebrosa.
Luz que en su tierna mirada reposa
convirtiendo a sus ojos en mampara
que aunque el cielo de pronto se apagara
lo suple su presencia primorosa.
¿Qué será de Triana sin su halo,
sin su luz, sin su clara refulgencia
que es de Dios el más certero regalo?
Que nadie eche de menos su presencia
que aunque sea por un breve intervalo,
también la Estrella brilla por su ausencia.
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