jueves, 19 de noviembre de 2009
Rezando al Padre
De nuevo unos labios besan tus pies. Mientras Tú sobre una fría peña rezas al Padre. Desnudo, despojado de tu túnica; Humilde, como lo fuiste siempre; enseñando a Triana cómo hay que orar, enseñando a Sevilla cómo las Penas se pueden calmar. A tus lados se encuentra la corona de tu martirio y la soga de tu condena, pero Tú aún rezas al Padre, porque como Tu Madre, que hoy llora más que nunca floreciendo rosas blancas a sus pies cuando sus lágrimas empapan los lirios morados que se postran a sus plantas, permaneces siempre fiel a tu Padre aunque no apartó de ti ese cáliz. Por tu oración callada durante más de tres siglos y porque Triana aún se fija en ti para ver al Hijo de Dios, de nuevo unos labios besan tus pies.
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