martes, 15 de junio de 2010

La Prensa Sevillana - Diez horas de procesión

Numeroso público acompañó a la Estrella, que permaneció en la calle hasta las seis · El regreso estaba previsto a las cuatro

Procesión extraordinaria con entrada al alba. La Virgen de la Estrella estuvo hasta las seis de la madrugada de ayer recorriendo las calles de Triana para conmemorar los 450 años de la fundación de la hermandad. Diez horas de recorrido en las que la sagrada imagen estuvo acompañada de numeroso público, sin que se produjeran incidentes, según informó el Cecop.

La celebración de los cuatro siglos y medio de existencia de la corporación trianera tuvo ayer el broche de oro a las seis de la mañana, dos horas después de lo previsto. Se ponía fín a una procesión que comenzó a las siete y media y en el que una temperatura más fresca de lo habitual en estas fechas fue la nota dominante de una noche en la que destacaron ciertos momentos.

Tras salir de su recoleta capilla el paso llegaba a las puertas de su antigua sede, la parroquia de San Jacinto. Se producía entonces uno de los momentos más destacados de la procesión, cuando en la esquina entre Pagés del Corro y San Jacinto se descubrió un azulejo de la Dolorosa. Palmas y marchas. Muchas marchas. Con un caminar muy lento, sobre los pies, el paso fue avanzando por una calle Pagés del Corro atestada de público. Era, sin duda, el lugar más cómodo para verlo por su amplitud.

Luego vendrían las calles más estrechas del arrabal: Pelay Correa y Vázquez de Leca hasta llegar a Santa Ana. La espera se hacía muy larga. Una hora como mínimo hasta contemplar los ciriales del paso de palio, precedido, como ya es habitual, de una masa de personas donde se confundían fotógrafos profesionales, aficionados, capillitas, hermanos de la Estrella y algún que otro extranjero con interés por descubrir lo que se siente en semejante bulla. La llegada a la Catedral de Triana fue uno de los momentos álgidos del recorrido. Desde el campanario se lanzaron cohetes y fuegos artificiales y desde los balcones una lluvia incesante de pétalos. Las hermandades invitadas se apeaban allí del cortejo que seguía por calle Pureza hasta entrar en la Capilla de los Marineros donde la Estrella se detuvo bajo las plantas de la Esperanza de Triana.

No fue la última visita. Luego llegaría a la Parroquia de la O, donde por motivos de altura no pudo entrar. A partir de entonces la Estrella discurrió por calles por donde no es habitual verla: Alfarería, Antillano Campos y San Jorge hasta volver a San Jacinto y entrar en su capilla a las seis. Dos horas después de lo previsto.

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